EN VILO
por David García (4ºESO A)
El sábado 14 de marzo de 2020, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba el estado de alarma como medida excepcional para la contención de la pandemia por la enfermedad de coronavirus que venía afectando a España desde mediados de febrero, y que se implementaría el día siguiente, domingo 15 de marzo.
Todos los residentes en España fueron obligados a
mantenerse encerrados en sus residencias normales, exceptuando diversas
situaciones, como adquirir alimentos y medicinas.
Este repentino confinamiento social no parece más grave de lo que es. Sin embargo, la
mayoría de nosotros nos mantenemos en vilo por alguna razón cuyo
desconocimiento no hace más que empeorar la situación.
No obstante, podéis estar tranquilos,
pues todos estamos pasando por la misma etapa. Como aseguran los expertos, es lógico
que nos enfrentemos a un estado de
confusión y estrés, lo que achacan a la modificación de nuestras rutinas y al
encontronazo con responsabilidades no previstas.
Mantener una rutina, leer, ver películas y series, adquirir nuevos
hábitos saludables, participar en las tareas del hogar, frecuentar la
comunicación vía llamadas o videoconferencias con amigos y familiares y buscar
un momento para reflexionar y apartarse de aquellos con los que convives son
algunas de las recomendaciones más aludidas por los entendidos.
Por otro lado, se debe tener claro que las medidas de prevención y las
decisiones tomadas por las autoridades deben considerarse y no verse como un
motivo de preocupación, ya que, irónicamente, el estrés produce efectos
negativos en el sistema inmunológico.
Con todo esto y más, muchos nos preguntamos, ¿podría ser peor? La
respuesta, sin duda, es un rotundo sí.
«Uno de los mayores problemas que tienen los pacientes ingresados con
coronavirus es que están en un aislamiento brutal. Están completamente solos,
separados de sus familias. […] Y ya se sabe que incluso entre aquellos que se
curan hay muchísimo síndrome de estrés postraumático por todo el aislamiento».
Así nos presentaba Cristina
Marín, cirujana del hospital de la Princesa en Madrid, el tema del que hoy
hablaremos. Y es que si además, a la soledad del aislamiento, se le une la
preocupación por el propio estado de salud, una estancia inusual y que la única
posibilidad de contacto social sea con profesionales desconocidos; la
miscelánea resultante nos hace replantearnos la suerte de la que gozamos inconscientemente
los que estamos sanos.
A los médicos les encantaría ayudar en esta situación, sin embargo el
contacto con pacientes está limitado a una visita al día por medidas de
seguridad. Cristina, sintiéndose impotente y sobrepasada, decidió grabar un
audio que facilitó por su grupo familiar de WhatsApp. Esta propuesta, gracias a
la acción de miles de usuarios de esta red social, se ha vuelto viral en poco
más de un día. Así decidió Cristina apoyar la causa:
“La idea es que cada día, cuando un médico pase a ver a un infectado,
le dé una carta anónima de apoyo de alguien de la población general […].
Entonces si os parece bien necesitaría que me mandaseis todos los que
podáis cartas anónimas de apoyo.”
Cristina adjuntaba una dirección de email personal, la cual se ha
visto sobrepasada, en un breve periodo de 24 horas, por la gran solidaridad
ciudadana, que ha generado más de 35.000 cartas a pacientes.
A esta iniciativa pronto se le unirían varios hospitales, creando,
ahora sí, una dirección de correo electrónico específica para las cartas.
Finalmente, nos gustaría animar al lector a escribir su propia carta.
En ella, como especificaba la doctora en su mensaje de voz, tan solo debe
aparecer un texto de ánimo, acompañado “del nombre de pila, la edad y a qué os
dedicáis", lo cual les facilitará a los pacientes el imaginarnos y humanizarnos para que nos sientan más cercanos.
He aquí la dirección del correo: cartas.venceremos.covid19@gmail.com
“Esto del coronavirus es una lucha en la que entre todos venceremos al
virus”. Así despedía Cristina s ESOu vídeo de agradecimiento, y con esto nos
gustaría que os quedarais todos vosotros.
¿No es triste considerar
que sólo la desgracia hace a los hombres hermanos?
—Benito Pérez Galdós
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