Por Ana Villalón (4º ESO D)
Antes de empezar, os pondré en contexto de la situación:
Hace ya unas cuantas semanas que el COVID-19 (comúnmente denominado “coronavirus”)
nos obligó a aislarnos en nuestras casas sin poder salir, salvo a algunas
necesidades, como hacer la compra, el trabajo, ir a la farmacia…
Cuando éramos “libres”, por decirlo de alguna manera, no valorábamos lo
que es coger las llaves de tu casa y poder pisar la calle, aunque solo fuese
para ir a clases particulares o simplemente para hacer recados.
Gracias a la tecnología que poseemos, podemos mantenernos comunicados,
aunque sea por la pantalla de cualquier dispositivo; hablar con tus amigos,
familiares o profesores se hace más sencillo gracias a ellas, ya sea por chat o
cualquier tipo de llamada.
Ante este problema surgió el teletrabajo, un nuevo método que ya antes se
ponía en práctica para poder trabajar a distancia y que ahora es lo que nos
salva la vida.
Desde mi punto de vista, las tecnologías me parecen una gran manera de
mantenernos comunicados, pero también tenemos que pensar en la gente que carece
de algunos recursos, como por ejemplo, tener un ordenador en casa, o acceso a
red wifi; o, sin ir más lejos, el uso
que hacemos de ellas, pues, aunque no podamos salir a la calle, y las
tecnologías nos mantengan ocupados, no tenemos que olvidarnos de otras muchas
rutinas que podemos llevar a cabo y no centrarnos únicamente en estar delante
de una pantalla.
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