AMOR EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS


                                               
                                                        Por Chiara Girardelli  (IV  LB)




Son días lentos y acechantes, días que parecen meses. Llenos de emociones cambiantes, contradictorias. Días que nadie hubiera pensado tener que vivir y que nos hemos visto obligados a afrontar , de la noche a la mañana.
Estos son días en los que casi parece que cuando Virgilio decía "omnia vincit amor", estaba equivocado.
Antes de la pandemia, el amor iba acompañado de manifestaciones físicas, ya se tratara de un amor adolescente, maduro, familiar o simplemente de una gran amistad. En los adolescentes, aquel se medía por el tiempo que estos  pasaban juntos, la cantidad de besos y abrazos intercambiados, las miradas y el contacto de las manos.Todo, de una u otra forma, giraba en torno al contacto físico y ahora que este se nos ha negado, es como si tuviéramos que aprender a amar de nuevo,buscar formas nuevas.
Amar, en este momento, significa preocuparse tanto por una persona que no queremos verla para evitar infectarla; significa usar guantes y mascarilla, y mantener la distancia con la persona querida para no causarle ningún daño; evitar cualquier riesgo; significa tener el coraje de expresar los sentimientos, negro sobre blanco, con palabras, dejando el orgullo a un lado. Hasta donde me alcanza el recuerdo, he escuchado continuamente la frase: "la belleza está en las pequeñas cosas",  y siempre he pensado que, efectivamente, así era; pero nunca con tanta certeza como ahora. 

Hoy siento la necesidad de ver a mi abuela cocinando para mí; ver a mi primo que se levanta y me acerca su sudadera porque tengo frío;o a mi mejor amiga que me pide que salgamos; a mis compañeros de clase todavía adormilados frente al instituto a las ocho de la mañana.Ver a mis amigos sentados en la plaza de nuestro pequeño pueblo; a mi Milán llena de gente con sus trenes siempre con retraso. 

Este virus nos ha enseñado que es fatal dar siempre todo por descontado y no darse cuenta de esas pequeñas cosas que han hecho que tu día fuera mejor. Para mí, fue fatal no haberme dado cuenta de cuánto amor, en pequeñas y grandes dosis, giraba en torno a mí, porque estaba demasiado sumergida  en el hastío y en el lado negativo de las cosas. Y ahora, aquí, entre las cuatro paredes de mi casa, que no puedo vivir todas esas emociones, cuánto lamento no haber apreciado todas aquellas pequeñas grandes cosas.


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