UNA CUARENTENA PARA LA REFLEXIÓN



Por Irene Solari (IV LB)


¿Puede ser este periodo un buen momento para analizar los propios sentimientos durante la cuarentena y reflexionar sobre nuestra vida ?
Estas semanas resultan largas, el día parece que tiene más de veinticuatro horas y por esto tenemos más tiempo para meditar sobre nosotros mismos y nuestro entorno y de esta forma extraer algunas conclusiones.
Por una parte, me muestro confiada, ya que estoy segura de que los científicos encontrarán una vacuna. Por otra parte, estoy preocupada por mis padres y mi hermano, que podrían ponerse enfermos, en cuyo caso se encontrarían solos en un hospital, enganchados a un respirador, sin posibilidad de recibir visitas. Además, mi hermano está en Bolonia, no en Milán como mis padres y yo, lo cual añade más inquietud a la situación. Por otro lado, me siento un poco deprimida, puesto que dentro de unos meses voy a cumplir dieciocho  años y considero que esta edad es la mejor, porque es como una fase de transición en la que puedes hacer lo que quieras sin grandes responsabilidades. En cambio, en esta situación siento como si me hubieran robado esta etapa de mi vida. Asimismo, y a pesar de tener encuentros virtuales, echo de menos a mis amigos,verlos, salir con ellos; y también las clases del instituto, pues la videoconferencia no es lo mismo que ver a la gente en persona. Hay un sentimiento de soledad digital, por llamarlo de alguna forma. Aunque también es verdad que este mayor tiempo de que disponemos, nos permite acercarnos a cosas o retomar actividades que, por falta de tiempo se habían dejado de hacer.
De todos modos, la situación presente nos viene impuesta por la circunstancia. Todo esto merece una reflexión sobre el entorno en el que vivimos. ¿El nuevo coronavirus no será una respuesta de la naturaleza frente al maltrato por parte del ser humano? No lo sabemos, es pronto para decirlo, los científicos lo están estudiando. Personalmente, soy de la idea de que quizá sea así. Por lo que he podido ver en distintos medios de comunicación, se están dando fenómenos insólitos debido a la ausencia de personas en la calle y a la reducción de la producción industrial.
Para empezar, en el telediario se veían imágenes de delfines y atunes que han vuelto a las aguas del mar Adriático en la franja costera entre Rimini y Rávena. Por otra parte, en el periódico se hablaba de que en el cielo de Milán se veía volar un águila real. En el mismo sentido, en Internet circulaban vídeos de pavos reales por las calles de Madrid, y también liebres en los parques de Milán, patos en los Navigli, tejones en Florencia y familias de jabalíes que pasean por las calles de diferentes ciudades. Todo esto indica que la naturaleza puede sufrir variaciones en breves periodos de tiempo.
A parte de estos cambios en la naturaleza, también se ven cambios en la relaciones entre personas. Por ejemplo, existen grupos de voluntarios que suministran alimentos y medicina a los sin techo. También se han visto señales de apoyo a los médicos y enfermeros con gente que aplaude desde sus ventanas y balcones. Asimismo, ha habido iniciativas para hacer llegar comida y otros bienes de primera necesidad mediante una cesta colgada de una cuerda a personas que viven en bloques de edificios.
El tiempo que nos ha tocado vivir nos permite no solo reflexionar sobre nuestros propios sentimientos y emociones, sino también sobre el papel del ser humano en el mundo y su relación con la naturaleza y con otros hombres y mujeres.



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